Los orígenes
La bacteriología es una ciencia apasionante que está inmersa en una parte del extraordinario mundo microscópico e incluso está dentro de las personas. Esta rama de la ciencia se inicia desde que el naturalista holandés Anton Van Leeuwenhoek las describió por primera vez, con ayuda de su microscopio, aunque más formalmente comenzó a desarrollarse después de casi 200 años de investigaciones por parte de químicos y biólogos como Louis Pasteur, quien describió el origen bacteriano de los procesos de fermentación y de muchas enfermedades infecciosas.
También inició el conocimiento científico de la inmunidad frente a las bacterias. En la vida actual la prevención y cura de enfermedades de etiología bacteriana es muy importante, pero en años más recientes la bacteriología se ha extendido más allá de sus fronteras, antes limitadas al estudio clínico, y ya no se enfoca solamente a este aspecto.
Avances importantes
Los avances en bacteriología han aportado también importantes conocimientos sobre la biología de las plantas. Pronto se descubrió que algunas enfermedades de plantas eran causadas por bacterias precisamente. También se descubre el papel tan importante que cumplen las bacterias del suelo; estas intervienen en los ciclos biogeoquímicos y contribuyen en el mantenimiento del equilibrio biológico de la biosfera, actuando en la desintegración de cadáveres, restos y excrementos de animales y plantas, convirtiéndolos en sustancias gaseosas o reciclándolos al mundo mineral, que pueden ser utilizados por otros organismos.
Mediante ingeniería genética se han desarrollado bacterias que digieren el petróleo y otros hidrocarburos; sirven para combatir las mareas negras, otras bacterias absorben fósforo y pueden servir para eliminar restos de detergentes de las aguas residuales domésticas e industriales.
Aplicación diaria
Según el bacteriólogo Felipe Castrillón, hoy día la aplicación de las actividades bacterianas en los procesos industriales es altísima. El descubrimiento de la fijación de nitrógeno por algunas bacterias situadas en los nódulos de las raíces de las leguminosas, ha propiciado los intentos de anclar estas bacterias en otros vegetales y así aumentar la fertilidad de las tierras de cultivo y la productividad de las cosechas.
Son conocidas las fermentaciones que se realizan en la industria alimenticia, tales como la fermentación alcohólica para la obtención de vino y cerveza, la fermentación del pan por medio de la levadura, o la fermentación de productos lácteos como el yogur, la mantequilla o el queso, por medio de los lactobacilos. También son utilizados en la industria química y farmacéutica, donde destaca la producción de antibióticos.
«Quiero enfocarme en lo benéficas que pueden ser las bacterias como obreras, pues han sido convertidas en fábrica viviente de producción de sustancias escasas y necesarias. Las bacterias coli (E. Coli), son habitualmente no patógenas y forman parte de la microbiota humana; con las investigaciones sobre intercambios genéticos, biología de plásmidos y bacteriófagos se ha permitido insertar en los plásmidos y bacteriófagos de la E. Coli fragmentos de ADN procedente de otros organismos, así se consigue que la bacteria replique ese ADN foráneo y exprese su información genética fabricando proteínas propias del organismo donador del ADN. Este proceso de manipulación del ADN forma parte de la ingeniería genética, entroncada directamente con la bacteriología», dijo.
Expresó además que antes sustancias como la insulina, el interferón o la hormona del crecimiento se obtenían de especímenes animales e incluso de cadáveres humanos, lo que conllevaba un riesgo elevado de infección y otros desperfectos en la salud del paciente y hoy día se fabrican en enormes tanques de cultivo a partir de E. Coli.